Esta semana he participado en el evento “MERGE Madrid” cuyo slogan es significativo sobre lo que hemos vivido: “Where institutions meet crypto and Web3”. Y esto que parece solamente un slogan más es de lo más relevante que he visto en los últimos años. Blockchain nació para permitirnos prescindir de las instituciones, y hoy las instituciones lo están utilizando para crear una autentica revolución del sistema financiero.
La revolución financiera que supone la tokenización está a la altura de la revolución IA.
Aunque el titular del post me ha quedado un poco clickbaitero (ya estoy imprimiendo camisetas), no estoy exagerando en absoluto. La comparativa más acertada creo que sería “un cloud para el mundo financiero”, en tanto que la tokenización habilita una nueva infraestructura que ya está cambiando cómo ahorramos, invertimos y hacemos pagos.
Pero como entiendo que no estamos todos en la misma página en lo relativo a tokenización, y que hay mucha confusión por la gran cantidad de términos relacionados, no siempre con buena reputación (Blockchain, Bitcoin, Crypto, Web3, tokenización, NFTs, criptoactivos, activos digitales, etc…), merece la pena que situemos primero dónde estábamos y qué camino se abre ahora.
Desde tiempo inmemorial el dinero ha sido emitido y respaldado por algún tipo de institución. Desde la Corona en tiempos medievales hasta los Bancos centrales de nuestros días. Hemos vivido en la creencia de que la seriedad de estas instituciones le otorga confianza a un pedazo de papel para que cumpla su misión de medio de pago, unidad de cuenta y reserva de valor.
Bueno, en realidad la mayor parte del tiempo no nos hemos fiado completamente de ellas, porque cada uno de esos papelitos estaba respaldado por una determinada cantidad de oro depositado en una cámara acorazada. Hasta 1971, cuando la Reserva Federal de EEUU abandona el patrón oro, y pasan a emitir tanto dinero como necesite el Gobierno (pista: mucho, pero nunca suficiente).
Una de las consecuencias es que en estos cincuenta años se ha disparado la inflación, como veíamos aquí la semana pasada, lo que ha generado todo tipo de suspicacias ciudadanas y reacciones de diversos grupos sociales.
Si además de la libre emisión de moneda de los Bancos centrales, le sumamos situaciones como que los bancos comerciales multiplican el dinero en circulación con el mecanismo de reserva fraccionaria, el asunto se vuelve aún más simpático (cuando depositas dinero en el banco, este lo presta a otra persona. El asunto es quien pide el préstamo pasa a tener ese dinero en su cuenta, pero tu sigues teniendo el tuyo en tu cuenta, así que mágicamente se ha multiplicado)
Nota para puristas: el objetivo de este blog es divulgativo y estoy simplificando mucho. Pero lo que pretendo es justificar por qué empieza a funcionar Bitcoin en 2009 y cómo la confianza en las instituciones financieras estaba muy debilitada, por buenos motivos.
Con todo y con eso, el sistema financiero internacional ha generado mecanismos a los que otorgamos nuestra confianza: sistemas de anotaciones en cuenta, custodios independientes, reguladores estatales, prestamistas de última instancia, auditorías de balances, agencias de rating, medios de pago, sistemas de compensación y liquidación…
Pero recordemos que en 2008 ese sistema financiero estuvo a punto de saltar por los aires debido a que los bancos estuvieron comercializando hipotecas subprime (es decir, con alto riesgo de impago), empaquetándolas con una capa de hipotecas de buena calidad, e inundando el mercado de un producto de inversión que se suponía muy seguro pero que cuando los hipotecados dejaron de pagar supuso un agujero enorme en sus balances.
Si la confianza en que podemos poner a salvo nuestros ahorros estaba en un sistema basado en instituciones financieras, y estas estaban quebrando, ¿Cómo podríamos seguir guardando nuestros ahorros y haciendo nuestros pagos?
A finales de 2008, con todo este contexto de quiebra de confianza en el sistema financiero y dudas legítimas sobre su continuidad, Satoshi Nakamoto (un pseudónimo del que todavía no conocemos su identidad real) publicó en una lista de correo de criptografía un whitepaper llamado “Bitcoin: A Peer to Peer Electronic Cash System”. Y en ese momento empezó la revolución que hoy comentamos.
Este paper, basado en el trabajo de grandes criptógrafos anteriores, propone un sistema de pagos digitales en el que la confianza la genera el propio sistema, sin necesidad de que haya instituciones ajenas a la transacción otorgando esa confianza.
No me pondré excesivamente técnico porque no es el objetivo, pero básicamente propone una nueva moneda, Bitcoin, para lo que se crea una nueva tecnología, Blockchain, en la que las transacciones se registran en una “cadena de bloques”, y en la que la identificación de cada nuevo bloque se calcula con los bloques anteriores, de tal forma que ese registro no se puede alterar maliciosamente. Es lo que se conoce como inmutabilidad, pero también hay que añadirle que es transparente, trazable, resiliente, inmediato, barato…
Aunque la intención original era crear un sistema de pagos descentralizado, pronto se convirtió en una reserva de valor. De forma anónima puedes comprar Bitcoin y mantenerlos hasta que tengas que utilizarlos. Obviamente esos primeros sistemas no eran muy usables para un consumidor no freak: ni había cajeros, ni tarjetas, ni un monedero donde poder comprar y disponer de tus Bitcoins… pero durante estos años todos esos servicios se han ido construyendo y poniendo al servicio de cualquier ciudadano. Y hablamos de players del tamaño de Mastercard.
Durante este periodo las instituciones, tanto bancos como reguladores, han mirado al mundo blockchain como a unos freaks soñadores, pero sin capacidad real para competir con el sistema. A eso no ha ayudado nada que sobre blockchain se hayan construido historias de delincuencia y blanqueo de capitales (más leyenda que datos reales, pero eso es lo de menos si el relato cala), que haya habido referentes que han terminado en la cárcel por estafas o delitos (Sam Bankman-Fried, Alex Mashinsky, CZ…) o que la escasa liquidez y falta de regulación haya generado una tremenda volatilidad (las criptomonedas tan pronto suben una barbaridad como bajan otro tanto).
En paralelo surge la plataforma Ethereum que lo que propone es una blockchain pública, donde cualquiera pueda generar y comerciar con sus propios tokens, e incluso programar acciones automáticas con ellos, mediante Smart contracts.
Un token es la representación digital de un activo en una blockchain.
Y aquí es donde cambia todo: utilizando blockchain podemos representar digitalmente cualquier activo en la cantidad de partecitas que decidamos (como las acciones de una empresa), que están perfectamente identificadas, y que son rápidas y baratas de transaccionar.
Gracias a la tokenización puedes fragmentar la propiedad de un activo y facilitar su liquidez, permitiendo que haya inversores que compren una pequeña parte de un activo mucho mayor.
Imagina un edificio de oficinas o un centro comercial. Imagina que lo tokenizas. Y sigue imaginando desde ahí…
Obviamente al ser una representación digital de un activo necesitas que los mecanismos de registro de la propiedad tradicionales y la regulación estén correlacionados con el mundo virtual. Por ejemplo, para comprar un token de un inmueble no necesitarías pedir cita en notaría y solicitar una nota simple al Registro de la Propiedad, porque esa información ya está embebida y garantizada en la blockchain, pero a día de hoy la normativa aún no lo reconoce y tendrías que gestionarlo en la blockchain y además seguir el proceso tradicional. Pero la convivencia del mundo tradicional y el blockchain también se está facilitando rápidamente, desde el pionero reglamento MiCA de la UE, hasta la implementación de la regulación de criptoactivos de 2023 por la CNMV española, que ha ayudado mucho a su popularización.
Pero aun estaríamos hablando de una tecnología para freaks y cantidades de inversión muy pequeñas para el sistema financiero internacional, hasta que Tether, una empresa hongkonesa, populariza las stablecoins. Básicamente tokeniza dólares USA, lo que permite que tengas los beneficios de Bitcoin pero con el respaldo de tener una valoración 1:1 con una moneda fiat como el USD.
Podrías pensar que no te aporta nada tokenizar USD, que ya es una moneda que puedes comprar online en tu banco y hacer transferencias a cualquier lugar del mundo. Pero decir algo así mostraría que lo haces desde un país en el que no tienes restringida la compra de USD o que no te sangran con las remesas internacionales. Mandar 200 USD con Western Union a un país de Latam te puede costar 12,5 USD, mientras que la misma transacción con una stablecoin puede costarte 50.000 veces menos. Sí, has leído bien.
Y no solo es una cuestión de costes. Una transferencia internacional de USD desde España a Australia (lo sé por propia experiencia) puede tardar fácilmente cuatro días. Se encadenan varios bancos corresponsales, no todos con los mismos sistemas, y a veces incluso pierden tu transferencia y tienes que estar rastreándola por medio mundo (preguntadle a mi colega Raquel Molinero, y veréis que risa). Sin embargo, una transacción en la blockchain es inmediata. Completamente instantánea.
Nota: no todo en las stablecoins es maravilloso (nada lo es. Cuando algo es demasiado bonito para ser verdad suele ser mentira). El Gobierno de EEUU ha aprobado la Genius Act que entre otras cosas permite que las empresas como Tether emitan stablecoins sin tener USD depositados como colateral, sino con deuda pública estadounidense. En la cabeza de alguien esto sonó bien, pero Tether fue el tercer mayor comprador de deuda pública USA en 2024 y en 2025 ya es el tercero, lo que genera una idea de la magnitud y algunas cuestiones legítimas.
Aunque podría extenderme mucho más, y lo haré más adelante, llegamos al límite de vuestra atención dominical que me permito acaparar.
Esta semana saltaba la noticia de que un varios consorcios de grandes bancos internacionales van a eficientar su operativa de pagos internacionales con las stablecoins y estos están convenciendo a los reguladores y Bancos centrales para que que generen una regulación estable que generalice su uso (no, no han sido sensibles a las peticiones ciudadanas, pero lo están siendo al lobby, para sorpresa de nadie). Y en paralelo estas instituciones están invirtiendo en tecnología, lo que hará muy pronto mucho más accesible para todos el uso de la tokenización.
Y esto ya no es un mercado de freaks buscando operar al margen del sistema. Son los grandes bancos internacionales, con los bancos centrales y gobiernos detrás, moviendo el mayor mercado del mundo. El Forex, el mercado de divisas, negocia 7,5 Trillion USD diariamente. 4,5 veces el PIB de España, todos los días.
¿Imaginas el salto que está dando el mundo de la tokenización mientras lees esta newsletter?
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